Pero lo cierto es que se trató de un fenómeno óptico llamado halo solar.
Se debe a la interacción de la luz con cristales de hielo suspendidos en la atmósfera en nubes cirros o cirrostratos situados entre 6 y 10 kilómetros de altura, nubes que contienen millones de pequeñísimos cristales de hielo. Entonces los halos se forman tanto por refracción como reflexión de la luz, explica el sitio especializado EarthSky.
Los cristales tienen que estar orientados en una posición justa para que el observador pueda verlos y se dice que cada halo es diferente de una persona a otra, pues ven el halo con cristales diferentes, que actúan como un prisma.
Por la característica de aquellas nubes, con frecuencia los halos son considerados presagio de lluvia. Un fenómeno natural que atrae las miradas de la gente y permite buenas fotografías.
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